UNA HEROÍNA.
5:07 | Author: Atalanta
Atalanta, como hemos visto, no sigue las indicaciones de cómo debe comportarse una doncella griega, porque Atalanta es una rebelde. Sus especiales circunstancias contribuyen a forjarle un carácter especial. La virgen de Arcadia tiene una infancia muy difícil y llena de contratiempos.

Algunos de los contratiempos con los que comienza su vida y otros que tienen lugar más adelante, coinciden con ciertas características que algunos autores proponen como definitorias, de los héroes griegos.


- Los héroes participan en concursos o agones de diversos tipos, celebrados habitualmente con ocasión de la muerte del algún compañero.


- La caza es una actividad que les es genéricamente específica, en el mundo griego se concibe como una guerra contra los animales salvajes. Estos héroes llevan a cabo proezas enfrentándose a peligrosos animales que destrozan cosechan y asolan territorios.


- Se relacionan íntimamente con la muerte, el héroe casi nunca muere de muerte natural, sino más bien en la guerra, devorados por mostruos o siendo víctimas de algún accidente. La mayor parte de los héroes reciben culto en su tumba.


Respecto al punto primero, Atalanta participa en los juegos fúnebres que se celebran en honor de Pelías, en los que gana la carrera.

El siguiente apartado parece referirse justamente a la vida de la muchacha arcadia, que es criada primero por unos cazadores y después discipula de la diosa Artemis, además de ser una figura fundamental en la cacería del jabalí de Calidón.

El último punto no está excesivamente claro en este caso. El trágico fun de la doncella está relacionado con un accidente, sin embargo este fin no es la muerte, es castigada a tirar del carro de Cibeles durante toda la eternidad. Parece, pues, que Atalanta no tiene tumba donde recibir culto. Pero ella no es el único personaje mítico que carece de tumba, éste es también el caso de Heracles que perece autoinmolado en una pira. El fuego lo consume todo y cuando Zeus decide otorgarle el estatus de dios, no queda de él mas que el humo de la purificación.

Sabemos, además, de Atalanta que a través de una larga genealogía desciende de Zeus. Iaso era hijo de Licurgo, el cual tenía por padre a Aleo, hijo a su vez de Afidas, éste y su hermano Élato son hijos de Arcas, el hijo de Calisto y Zeus.

Dadas las concordancias de la vida de Atalanta con la de gran parte de los héroes, merece que se la califique como heroína de pleno derecho.

A pesar de que un ciudadano: marido, padre, hermano o hijo, pueda haber amado y respetado a una mujer, los hombres habían logrado un estatus legal superior. Sólo los hijos heredaban, si un hombre dejaba solamente herederas, algún pariente varón debía desposar a una de las hijas y supervisar la herencia.

En las clases superiores los hijos recibían mejor educación, y quizás mejor alimento que las hijas. Aunque no hay evidencia clara para el siglo V, se saba que en el siglo IV se practicaba el infanticidio femenino que aportaba medios para el control de la población. Las hijas no se valoraban y resultan caras de criar porque no producían y requerían de una dote para su matrimonio.

Era más frecuente que una pareja casada viviese con la familia del marido que con la de la mujer. Sólo los hombres tenían libertad sexual y poca era la que perdían cuando se casaban; las mujeres no tenían ninguna.
El cuerpo femenino, como objeto y centro de la actividad sexual, era un elemento que sólo debían entrar a formar parte de la mujer después del matrimonio. Antes de ese momento, el pensamiento griego exigía a ambos sexos el respeto hacia ese intangible e invisible cuerpo virginal: a la mujer protegiéndolo y ocultándolo y al hombre respetándolo y negándolo como si no existiese.

En sus Relatos Verídicos, Luciano nos habla de dos razas lunares compuestas únicamente por miembros de género masculino y con la capacidad de reproducirse entre ellos, sin necesidad de mujeres. Naciendo sólo de hombres, los selenitas de Luciano vuelven a la época anterior al castigo de Prometeo por parte de Zeus al enviar a Pandora a la tierra.
Nos encontramos de nuevo con el rechazo a la mujeres, el frustrado deseo por parte del hombre griego de no nacer de ellas, y la imposible y utópica reflexión con respecto a la bondad que supondría nacer de hombre, algo que sólo le está permitido a Zeus.

La única excepción destacable con respecto a las atribuciones y funciones del sexo femenino se produce en Esparta, donde la mujer gozaba de ciertas prerrogativas y privilegios. No obstante, estas prerrogativas se encontraban, en la mayoría de los casos, relacionadas con la función de la mujer como procreadora de ciudadanos. A la mujer espartana no sólo se le permite dedicarse a algunas actividades extradomésticas, sino que estas le eran recomendadas e incluso algunas se le obligaba a realizarlas, como era la práctica de ejercicios físicos que tenían como objetivo que las mujeres se encontrasen en óptimas condiciones para dar a luz hijos sanos y fuertes. Sin embargo, estos derechos de que gozaban las espartanas fueron entendidos ya por los propios griegos como una situación excepcional y que debía ser evitada.

Sometidas, envidiadas en su faceta de reproductoras y dadoras de vida, temidas, vistas como un mal que debilita al hombre, estos, son, en esencia, los sentimientos que la mujer griega, siempre incomprendida e infravalorada despertaba en los varones.

Las jóvenes son bienes a intercambiar entre las familias, crean un sentimiento de obligación, al sellar una relación de alianza basada en el matrimonio, y de necesaria compensación, que se ve cumplida con la entrega de otra hija en matrimonio en dirección opuesta.

La mujer es, pues, en el seno de la sociedad patriarcal y virilocal griega, un bien que circula entre familias, es el sexo que se intercambian los grupos familiares para evitar la endogamia y, sobre todo, el incesto.

La mujer griega, que había sido mantenida dentro de la casa del padre hasta el momento del matrimonio, cumpliendo las exigencias de su condición de muchacha virgen y casadera, se libera del control paterno en el mismo momento del enlace.
Pero no se trata de una liberación que le otorgase independencia y libertad sin de un traspaso del derecho del hombre sobre ella; así, el papel que antes jugaba el padre pasa ahora a ser desempeñado por el marido.
Se ve nuevamente encarcelada en el interior del hogar, guardando siempre fidelidad a su esposo, ocupada en las tareas domésticas, el parto y la educación de los hijos.

El encierro doméstico y el poder que sobre ella ejercía su cónyuge llegaba a tal extremos, que no era correcto en una buena esposa tener amigos propios, sino que debía compartir los amigos de su marido. Lo ideal era, que tras el matrimonio toda posible relación particular de la mujer fuese impedida.

Es llamativa la discrepancia de edad entre el varón y la mujer a la hora del matrimonio: las muchachas solían estar en la adolescencia temprana, sobre catorce años, mientras que los hombres rondaban los treinta. Así pues, el hombre tenía una novia sexualmente madura pero que en otros aspectos apenas había abandonado la niñez.

Las posibilidades vocacionales de la mujer eran claramente limitadas, el arreglo de la casa y la educación de los hijos. Ni siquiera en el mito encontraban los niños griegos un modelo de mujer que pudiese funcionar independientemente del hombre.
En lo que se refiere a la fidelidad, en la épica homérica prevalece claramente una doble norma. Zeus puede tener sus diversiones pero Hera no. Agamenón puede tener concubinas pero Clitemnestra debe esperar cástamente el regreso de su esposo durante diez años. Odiseo puede dormir con cuantas diosas quiera (Circe, Calipso) pero Penélope no puede pasar una sola noche con uno de sus pretendientes.

Así es como funcionaba el misógino pensamiento griego.


La sociedad griega clásica, culta y racional, aquella que dio a luz a las grandes instituciones políticas, la que inventó la democracia, no creía en la libertad.


se trataba de una sociedad en la que existía la esclavitud, y en la cual las mujeres eran consideradas ciudadanos de segunda clase.


La vida de los hombres y mujeres griegas se desarrollaba en dos planos espaciales opuestos, dentro de los cuales cada uno desplegaba su actividad específica.
El del hombre era el mundo exterior, el de la vida pública, de la actividad política y de la guerra.
El plano de la mujer era el interior, el del hogar con sus tareas domésticas. Este sometimiento de la mujer griega se corresponde con el carácter patriarcal de la familia y de la sociedad helénica.
La dicotomía hombre-mujer responde a un tipo de pensamiento basado en la polaridad como mecanismo para comprender la realidad. El pensamiento arcaico dotaba de características propias y valores a cada uno de los miembros de este par para definirlos y al mismo tiempo establcer las diferencias que existen entre ambos. El sentido positivo recae siempre en el lado masculino.
Los valores morales griegos se han basado en una serie de concepciones de claro signo masculino, como la areté, que configuran el ideal del hombre, cuya actividad se concentra en el campo de batalla y en la vida pùblica, política. Estas cualidades aplicadas a la mujer ofrecen un resultado distinto: la areté de la mujer se manifiesta en su belleza, castidad, buen gobierno de la casa y fidelidad.
A través de las narraciones míticas descubrimos el motivo ideológico sobre el que se asentaba esta dominación masculina que produjo el sometimiento, dependencia e inferioridad en la que siempre se encontró la mujer en la sociedad helena: la mujer era peligrosa; desde el propio momento de la creación se la vio como un mal para el hombre. De ahí el desarrollo de la teoría sobre la inferioridad de la mujer en la generación y la primacía que se le otorgaba a la línea masculina en el parentesco.
Esta concepción se encuentra ya en el mito hesiódico de Pandora. La primera mujer fue ideada por Zeus como venganza contra Prometeo por el robo del fuego y el engaño del sacrificio, es una revancha divina que afecta a todo el género humano. De este modo, la mujer aparece como instrumento de ruptura entre hombres y dioses al introducir la sexualidad dentro del plano humano.
El hombre griego logró instaurar la justa soberanía del hombre sobre la mujer según el punto de vista de su propia ideología. Esto supone expulsar del ágora a la mujer, encerrarla en el hogar y dotarse de los medios que impidan que pueda rebasar ese límite espacial.
Por ello se la convirtió en vehículo de alianzas familiares a través de su papel de hija casadera, papel de esposa al que se encuentra destinada desde su nacimiento.
Para este fin se educa a la mujer, se le inculca la defensa de la virgindad y se la recluye en el hogar hasta el momento del matrimonio, cuando sale al exterior de su casa debe mostrar únicamente silencio y moderación.
ATALANTA
11:04 | Author: Atalanta
Existen dos versiones sobre el mito de Atalanta, una la presenta como hija de Iaso y Clímene, la otra como hija de Esqueneo. De Arcadia una, extraordinaria arquera, de Beocia la otra, gran corredora.
Rasgos distintivos de la Atalanta arcadia son su intrepidez, su fuerza y destreza como cazadora y luchadora. Rasgos de la Atalanta beocia son su vocacion virginal y su calidad de invencible corredora.
Son nítidos los inícios de que los rasgos de ambas Atalantas pertenecían a un único personaje legendario, y perfectamente compatibles los rasgos de una y otra, por lo que, teniendo en cuenta además que se cruzan ambos mitos en varios autores, es preferible exponer la leyenda como si se tratase de un sólo personaje.

Atalanta es la única hija de Iaso, (Esqueneo según Hesíodo), el cual deseaba un hijo varón por lo que el nacimiento de la muchacha le decepcionó tanto que abandonó a la recién nacida en el monte Partenio.
De su infancia sabemos que fue amamantada por una osa, que Artemis envió para socorrerla, y recogida después por unos cazadores, los cuales la criaron en el ejercicio de la caza y la carrera.
Llega a ser discípula y compañera de caza de Artemis y quizás por ello toma la decisión de permanecer virgen. Según otras versiones porque un oráculo le había advertido que corría peligro si se unía a un mortal.
Según apolodoro y Diodoro es la única mujer que toma parte en la expedición de los argonautas, en la que también participa Meleagro con el que se encuentra más tarde.
Hay constancia de un episodio de juventud en el que se ve perseguida por dos centauros: Hileo y Reco, que intentan violarla y a los que consigue dar muerte.

Uno de los sucesos más interesantes de su agitada vida es la cacería del jabalí de Calidón.
La diosa Artemis enojada con Eneo, rey de Calidón, por haberse olvidado de incluirla en sus sacrificios anuales envía contra la ciudad a un enorme jabalí que asola la región. Eneo convoca para cazarlo a los mejores héroes de Grecia, prometiendo como premio al que lo mate la piel del animal. Entre estos héroes se encuentran: Teseo, Cástor y Pólux, Jasón, Peleo, Piritoo, Meleagro, hijo de Eneo, y Atalanta, única mujer que toma parte en la caceria.
Eneo hospeda a los cazadores durante nueve días, el décimo Anceo y Cefeo se niegan a cazar en compañía de una mujer aunque ceden finalmente al declarar Meleagro que, a menos que retirasen su objeción, cancelaría por completo la cacería.
Meleagro, aunque casado con Cleopatra, se había enamorado de Atalanta. Sus tíos sintieron inmediata aversión hacia la virgen pues estaban convencidos de que su presencia sólo podía causar problemas.
Salen a darle caza al animal y sufren varios percances, algunos héroes son atacados por el jabalí.
La primera flecha que alcanza al animal es la de Atalanta, después Anfíaro le clava otra en un ojo y finalmente Meleagro lo remata. El hijo de Eneo desolla el jabalí y le ofrece los despojos a la doncella por haber sido la primera en herirlo gravemente. Este gesto de Meleagro hace que sus tíos se indignen y arrebaten a Atalanta el trofeo, el joven príncipe se enfurece y da muerte a los hermanos de la reina Altea.

Complacido por el triunfo de Atalanta, Iaso la reconoce finalmente como hija.
El padre la presiona para que tome esposo auque ella se resistía, porque un oráculo le había advertido del peligro que supondría el contraer nupcias. Finalmente cede, pero imponiendo una condición: que solamente se casaría con aquel que consiguiera vencerla en la carrera y advirtiendo que mataría al que no lo consiguiese.
Muchos pretendientes perdieron así la vida hasta que Hipómenes (Melanión según Apolodoro) logra la victoria. Hipómenes antes de comenzar la carrera invoca la protección de Afrodita, la cual decide ayudarle proporcionándole tres manzanas de oro procedentes del jardín de las Herpérides, y dándole instrucciones sobre cómo debe usarlas.
Durante la carrera, y conforme van corriendo ambos, el íntrepido joven va arrojando las manzanas y ella se detiene el tiempo necesario para recogerlas. Gracias a este ardid, no sólo consigue vencer en la carrera, también conquista en corazón de la joven.

Después del matrimonio, Hipómenes de olvida de dar las gracias a Afrodita, por lo que la diosa decide vengarse induciendo a ambos esposos, en el transcurso de una cacería, a yacer en el templo de Cibeles (de Zeus en otras versiones). Indignada la diosa por esta irreverencia transforma a los amantes en leones. se cumplía así el oráculo que le había vaticinado a Atalanta la desgracia del matrimonio.

Dicen las fuentes que Atalanta tuvo de su marido, o de Meleagro, un hijo, Partenopeo.